Era puro caos y así se reflejaba en el desorden de las habitaciones, en el montón de ropa por planchar y en el horror de armarios en dónde se mezclaba la ropa de invierno con la de verano. Ni ganas había tenido de separarla esta vez...
Una lágrima cayó y ...
- ¡Basta! , gritó.
Enganchó la correa al perro y salió a la calle.
Por un instante dejó de mirar sus pasos 'hacia ningún sitio' y miró hacia arriba.
Sí. Los colores del cielo le decían todo lo que en ese momento precisaba saber.
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